La capital de Paraguay da los primeros pasos para contar, e incluir, a sus residentes
En la última edición de nuestra serie de verano con los ganadores y finalistas del 2016 Mayors Challenge en América Latina, Bloomberg Cities visita a Asunción , Paraguay y su trabajo para recopilar y analizar datos de la comunidad para conectar a los residentes vulnerables a los servicios sociales que necesitan.
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Asunción, Paraguay, quiere ser una ciudad basada en datos, el tipo de lugar donde se asignan recursos sustentándose en información sólida y donde los líderes toman decisiones informadas. Pero hay un problema (común para muchos gobiernos): en realidad no tienen suficientes datos sobre sus residentes.
El último censo en la capital de Paraguay tuvo lugar en 2002, e incluso en aquel entonces, la información era irregular. Hoy en día, las autoridades de esta área metropolitana de más de 3 millones de personas no saben qué niños o niñas no asisten a la escuela, cuántas personas viven con algún tipo de discapacidad o dónde viven las familias más pobres.
“Es brutal”, dice el alcalde Mario Ferreiro, “no sabemos quiénes no están incluidos en ningún plan social, quiénes están indocumentados o quiénes no están en el servicio de salud pública”.
Ahora, Asunción, una de las ciudades finalistas del 2016 Mayors Challengede Bloomberg Philanthropies, trabaja con las comunidades para recopilar y analizar datos con el fin de conectar mejor a las personas más vulnerables con los programas sociales que necesitan.
El esfuerzo comenzó el año pasado en las zonas bajas que corren a lo largo del río Paraguay. Ahí es donde cada año las lluvias estacionales y las inundaciones obligan a muchos de los residentes más pobres de la ciudad a dejar sus precarias viviendas. Miles de personas encuentran refugio en albergues, calles o plazas.
Funcionarios de la municipalidad, con la ayuda de expertos y voluntarios de la Cruz Roja Paraguaya y el apoyo del Banco Mundial, recorrieron Asunción para encontrar y hablar con los residentes desplazados. Encuestaron a más de 10.000 personas y descubrieron por primera vez cuántos niños, mujeres embarazadas y personas con discapacidades viven en los albergues. Los datos, que fueron registrados en sus smartphones(teléfonos inteligentes) utilizando la herramienta de código abierto Open Data Kit, fueron los primeros en años que la ciudad recopiló sobre sus residentes más necesitados.
“Necesitamos tener información y datos para poder cambiar la realidad”, dice Cristian Decormis, quien como economista y consultor de ONU-Hábitat trabaja para convertir a Asunción en una ciudad más resiliente frente a las inundaciones. Es un desafío global: las inundaciones fluviales representan una amenaza para más de 379 millones de personas en el mundo. “La recopilación de datos es fundamental”, dice Decormis, “porque proporciona claridad en los objetivos, le permite a uno establecer indicadores y luego medir si se tiene éxito o no”.
La encuesta encontró ciertas áreas de la ciudad donde se agrupan los residentes desplazados por las inundaciones. Las autoridades locales son capaces ahora, con esta información, de enviar regularmente agentes comunitarios capacitados para realizar más entrevistas y obtener más información. Muchos de los agentes pertenecen a estos barrios y, por lo tanto, conocen el área y cómo llegar a las personas que viven allí. Su objetivo es identificar a los residentes que califican para los programas de asistencia de dinero en efectivo dirigidos a cuatro grupos: niños, discapacitados, adultos mayores e indígenas. La meta es vincular a estos servicios a por lo menos 300 nuevas personas para diciembre.
Paula Benítez es exactamente el tipo de persona que buscan. Pasó años fuera del sistema de servicios sociales, sosteniendo a sus tres niños con los US$10 diarios que ganaba limpiando parabrisas de automóviles. Recién cuando el municipio la encontró, ella pudo comenzar a recibir los beneficios sociales.
Benítez desde entonces ha tomado cursos de capacitación y ahora trabaja como cocinera en un bar del centro. Pero antes de eso, hizo algo que muchas personas dan por sentado: ir al dentista. Durante años, dijo, se sentía avergonzada por sus dientes. Su nueva prótesis dental aumentó su autoestima y la ayudó a conseguir un trabajo.
“Fue un cambio tremendo”, explicó, “solía ser maltratada en la calle. Hay muchas personas en las calles que están allí porque son el sostén de sus familias. Mucha gente necesita ayuda”. Benítez contó que su hermano y su padre todavía limpian parabrisas, pero su hermana, que tiene una discapacidad severa, ahora recibe beneficios sociales.
Una actividad diferente que lleva adelante la municipalidad de Asunción, pero que se relaciona con lo anterior, consiste en involucrar a los residentes para establecer las prioridades de la ciudad. Funcionarios organizan reuniones con los líderes de la comunidad en cada vecindario. Son encuentros donde suelen participan más de 100 personas y su objetivo es conocer a los residentes, saber cómo viven y luego proporcionarles una plataforma para que expresen sus necesidades.
Eso puede sonar como un pequeño paso para una ciudad, pero en Asunción representa un gran avance en la incorporación de sus residentes en la toma de decisiones. Se busca promover la participación de la gente, aumentar su sentido de propiedad sobre los proyectos y, con el tiempo, lograr mejores resultados. Muchos residentes afirman que es la primera vez que sienten que las autoridades locales los escuchan.
“Esta experiencia es el primer paso para cambiar la cultura organizacional para que la información esté al servicio de las personas”, explicó Mirka Hraste, la Directora de Programas en la Cruz Roja Paraguaya.
El alcalde Ferreiro afirma que estas iniciativas de Asunción aspiran a comenzar a abordar los altos niveles de desigualdad que existen en la ciudad. A pesar del auge económico que Paraguay ha experimentado en los últimos años, el gasto social es bajo y los problemas de exclusión, desigualdad y pobreza son generalizados y aún están lejos de resolverse. Con estos programas, la ciudad espera identificar y escuchar a las personas más vulnerables y ayudarlos a satisfacer sus necesidades básicas.
“Casi todos hablan por los pobres”, dijo Ferreiro. “Es hora de que puedan hablar por sí mismos”.
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