Las ciudades chilenas toman el control de su destino en la IA
En Chile, gobiernos locales están demostrando que avanzar en el uso de la inteligencia artificial para mejorar sus operaciones y servicios no tiene que depender de financiamiento nacional o de la contratación de más personal. Al hacer equipo para materializar nuevas herramientas, compartir ideas que funcionan y participar en el desarrollo de nuevos modelos de lenguaje de gran tamaño (o LLM, por sus siglas en inglés), estas ciudades están generando casos de uso prácticos y centrados en sus residentes, y haciéndolo más rápido que si trabajaran por sí solas. El resultado ofrece lecciones para líderes locales en todas partes sobre cómo pasar de proyectos piloto de IA a soluciones que viajan con rapidez.
La colaboración como ventaja
A inicios de este año, 15 municipios chilenos se reunieron en Santiago para competir por fondos nacionales destinados a apoyar el desarrollo de nuevas soluciones impulsadas por la IA. Pero lo que comenzó sólo como un ejercicio presencial—cada ciudad definió un problema local y creó un prototipo de herramienta para resolverlo—ha evolucionado hacia algo más duradero. A medida que las y los funcionarios comparaban proyectos y desafíos, encontraron puntos en común y comenzaron a formar alianzas para seguir desarrollando ideas en conjunto al regresar a casa.
Descubrieron que el aprendizaje más efectivo ocurre cuando las ciudades construyen lado a lado. Es también una forma de acelerar el paso de la ideación al impacto real con herramientas de IA y de reducir la dependencia de otros niveles de gobierno.
Por ejemplo, la comuna de Maipú, recientemente reconocida con la Certificación What Works Cities de Bloomberg Philanthropies por sus prácticas ejemplares en el uso de datos, llegó a la competencia en Santiago con la intención de usar la IA para optimizar sus procesos de compras públicas. En el evento, los funcionarios desarrollaron un prototipo llamado LicitaBot, un asistente digital que automatiza los procesos de compra, y obtuvieron uno de los primeros lugares en línea para recibir apoyo del gobierno nacional en su desarrollo. Pero el valor más grande e inmediato surgió después, cuando el municipio vecino de Las Condes ofreció co-desarrollar la herramienta aprovechando su propia experiencia con IA. Juntas, las ciudades están avanzando el proyecto sin necesidad de esperar el apoyo del gobierno central, mostrando cómo las alianzas entre pares pueden acelerar la implementación y dar nueva legitimidad a las soluciones emergentes.
Como explica la funcionaria de Maipú, Vania Palma, “Nadie entiende mejor a una ciudad que otra ciudad”. Esta filosofía, agrega, refleja la perspectiva más amplia del alcalde Tomás Vodanovic en cuanto a la innovación: antes de construir algo nuevo, primero hay que ver qué han intentado ya otros municipios y mejorarlo colectivamente.
Diseñando IA con otros en mente
Incluso cuando no desarrollan herramientas de forma conjunta, algunos líderes locales en Chile están comenzando a diseñar soluciones de IA pensando en una futura colaboración regional. Ven valor para las y los residentes en crear una red donde las ciudades puedan compartir y ayudarse mutuamente a mejorar sus soluciones de IA.
Por ejemplo, Puerto Varas está desarrollando un sistema de programación de citas asistido por IA para facilitar que residentes rurales agenden sus “horas médicas”. La herramienta también busca mejorar la comunicación interna, de modo que las personas que deben viajar largas distancias para acudir a consultas presenciales tengan garantizada su atención. Desde el inicio, el departamento de salud pública de la ciudad ha pensado la herramienta para que, en el futuro, pueda ser adaptada por otros municipios, reconociendo que el valor de una innovación local crece cuando puede reutilizarse.
“Creo que es importante que este tipo de soluciones de IA eventualmente se conviertan en herramientas de código abierto que puedan ser adaptadas por otras ciudades—incluso si esto ocurre más adelante en el proceso de desarrollo”, señala Roberto Sánchez, funcionario de salud pública en Puerto Varas. “Primero, porque así más personas pueden beneficiarse, y segundo, porque puede permitir que las herramientas evolucionen y mejoren al incorporar aportes de distintas localidades”.
Al anticipar la reutilización, el equipo puede reducir costos a largo plazo para las ciudades vecinas y multiplicar el impacto potencial, una decisión de diseño sencilla que puede convertir un prototipo de una ciudad en un activo nacional—y motivar a otras ciudades a compartir también sus propias ideas.
Al anticipar la posibilidad de reutilización, el equipo está reduciendo los costos a largo plazo para las ciudades vecinas y multiplicando el impacto potencial. Una decisión de diseño sencilla que puede convertir el prototipo de una ciudad en un activo nacional —y al mismo tiempo alentar a otras ciudades a compartir sus propias ideas.
Adaptando la nueva tecnología a las necesidades locales
Las ciudades chilenas también están trabajando juntas para comprender y aplicar los más recientes modelos de IA. La idea es no ser sólo receptoras o compradoras pasivas de tecnología, sino influir colectivamente en su desarrollo a medida que toma forma.
Por ejemplo, en un encuentro reciente en Santiago se presentó a las ciudades un prototipo inicial de Latam-GPT, un modelo emergente de lenguaje de gran tamaño entrenado con datos y contextos latinoamericanos. Aunque su desarrollo es nacional, las ciudades exploraron cómo podrían utilizarlo localmente. Maipú, por ejemplo, ve potencial en vincular LicitaBot con este modelo para que comprenda mejor las normas y el lenguaje técnico de las compras públicas regionales. Este tipo de participación demuestra cómo los gobiernos locales pueden orientar la siguiente ola de tecnología de IA desde el inicio, garantizando que las nuevas herramientas reflejen sus realidades en lugar de exigir adaptaciones posteriores.
Lo que está surgiendo en Chile es un patrón de confianza y propósito compartido. Los municipios están construyendo herramientas en conjunto, pensando en cómo sus ideas pueden servir a otras ciudades y preparándose para adaptar las tecnologías futuras a sus propios contextos. Al hacerlo, demuestran que la colaboración no sólo es una forma de intercambiar conocimiento, sino una estrategia práctica para hacer que la tecnología funcione para las personas. Cuando las ciudades diseñan con otras en mente y se mantienen conectadas con pares que enfrentan desafíos similares, la innovación se difunde más rápido, cuesta menos y cobra mayor relevancia para las necesidades de las y los residentes.